ARTICULO PUBLICADO EN LA REVISTA EL GRAFICO EN DICIEMBRE DE 2002
José Manuel Barbas nació el 6 de febrero de 1981 y se crió en una villa. Fue convocado varias veces para las selecciones juveniles y los técnicos que lo tuvieron lo compararon con Juan Román Riquelme. Entre ellos, Jorge Rodríguez, el "descubridor" de Romy, y Carlos "Chamaco" Rodríguez, el DT que lo hizo debutar. En Platense, los dirigentes hacían fila para asegurar a los gritos que el chico iba a salvar al club y sus compañeros también decían que iba a ser un fenómeno. Parecía que el destino le tenía un lugar parecido de su primo, Juan Alberto Barbas, que también se crió en una villa y llegó a ser campeón mundial juvenil en Japón 79. Pero no fue así. Hoy José Manuel Barbas cumple arresto domiciliario, acusado de robo calificado y a la espera del juicio oral.
Su debut en Primera fue el 20 de junio de 1999, el día que Platense se despedía de la A. Tenía 18 años. Unos días después, Barbas expresaba en las páginas de Olé: "Vivir en una villa es lo más lindo que hay". Luego vendría una docena de partidos en la B Nacional, el pase a Newell´s, donde sólo jugó unos partidos en reserva, la vuelta a Platense ya en un mal estado físico y su llegada a Acassuso. Ahí jugó su último partido oficial, en Primera C, el 8 de diciembre de 2001.
Dos meses más tarde, el 11 de enero de 2002, junto a Matías Victorica, otro ex jugador salido de las divisiones inferiores de Platense, asaltaron a una mujer que iba a entrar un Peugeot 206 en su casa de Bella Vista, apuntándole con una pistola en la cabeza. Tras la denuncia, un patrullero de la Policía Bonaerense los interceptó en San Martín. Barbas había arrojado el arma por la ventana del auto. Era una pistola calibre 38, marca Bersa. Tenía el cargador completo y la numeración limada. Victorica y Barbas permanecieron detenidos hasta el 30 de mayo cuando el juez que lleva adelante la causa decidió atenuarles la prisión preventiva, y les impuso arresto domiciliario. Ahora están a la espera de que comience el juicio oral. Los hechos están planteados y sólo quedan interrogantes. ¿Por qué un chico con futuro de crack termina robando autos? ¿Son Barbas y Victorica víctimas del sistema o simples delincuentes? ¿Qué castigo merecen? ¿Son la familia y el entorno responsables en alguna medida? Debe haber más preguntas pero tal vez quede una certeza. El camino a la gloria está lleno de espinas. Y en muchos casos, es el mismo que conduce a Devoto.
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