miércoles, 18 de febrero de 2009

VOLVER A EMPEZAR

ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA FOX SPORTS EN ABRIL DE 2008

EL 23 DE SEPTIEMBRE DE 2006, EL DELANTERO URUGUAYO SUFRIO UN GRAVE ACCIDENTE CONDUCIENDO SU CAMIONETA EN MONTEVIDEO. SALVO SU VIDA DE MILAGRO Y, AUNQUE TUVIERON QUE AMPUTARLE PARTE DE SU PIERNA DERECHA, MIRA HACIA EL FUTURO CON OPTIMISMO.

Una entrevista con Darío Silva es de ida y vuelta. Al contestar, tiene la misma dinámica que mostraba dentro del campo de juego. “Fui un jugador diferente. ¡Creo que debo haber sido de los delanteros que más patadas pegó en el mundo, ja! En vez de que me peguen, pegaba yo. En el ‘95, con 23 años, jugando un partido contra el Milan, me pasó algo muy divertido. Iba y venía ochocientas veces. ¡Imaginate cómo estaba en esa época! En un momento, Franco Baresi me dice: ‘¡Negrito, no vayas más! Estamos ganando 3 a 0... ¿qué más querés hacer?’ ”.
Su vida cambió el 23 de septiembre de 2006, cuando se estrelló con su camioneta en Montevideo. Estuvo al borde de la muerte y debieron amputarle parte de la pierna derecha. “Es un partido que perdí... Pero si miro hacia atrás no puedo quejarme: jugué en Italia, España e Inglaterra. En todos lados hice goles. Y cumplí mi sueño de jugar la Copa del Mundo”, reflexiona. Cuando llegó el tiempo de la rehabilitación, con su carácter positivo ganó la mitad de la batalla. Mientras esperaba viajar a Italia para recibir su prótesis ortopédica, sus días se
convirtieron en una sucesión de llamados de apoyo. “Estas circunstancias te demuestran que, más que como futbolista, dejaste un buen recuerdo como persona”, cuenta sobre los mensajes que recibió de ex compañeros, aficionados y periodistas. Aunque a veces se le tornaba pesado: “Al volver a mi casa, recibía cientos de e-mails, y el teléfono sonaba todo el día. Los periodistas llamaban con la mejor intención, preocupados por mi salud; y yo respondía cordialmente cien veces por día exactamente a las mismas preguntas: que ya estoy consciente, que lo voy superando, que está todo bien, que la prótesis nueva...”.
Ante la adversidad, aparecieron los afectos genuinos. “Al principio, cuando fue más duro, los amigos siempre estuvieron a mi lado. La tristeza es que mi hijito Diego no pueda verme jugar al fútbol, pero ahora estoy muy bien, contento, con proyectos y viajes por delante”, se entusiasma el uruguayo.
Darío Silva sigue siendo un personaje distinto. Unico por su espíritu y por sus ganas. Por eso es que, como siempre, va a fondo con sus proyectos: el remo y la dirección del club de su pueblo, Vaca Azul Olimar, entre otros. No podía ser de otra manera con él: el fútbol sigue siendo el eje de su vida.

–¿Qué imagen te dejó la Selección Uruguaya en las cuatro primeras fechas de las Eliminatorias?
–En principio, creo que el equipo está muy bien plantado. Pero esto recién empieza. Por los puntos que se perdieron contra Chile, habrá que ganar afuera, además de hacerlo en el Centenario.
–¿Argentina y Brasil están un paso arriba del resto de las Selecciones sudamericanas en las Eliminatorias?
–Brasil no sé si tanto. A lo mejor es porque están jugando a media máquina. El fútbol, hoy en día, está muy parejo. En la última Copa América, Brasil llevó un equipo sin sus grandes figuras y le ganó a Argentina en la final. Paraguay, que parece que no, siempre está ahí. Argentina está un poco mejor que Brasil en este momento, pero ninguno está muy por arriba del resto. Son favoritos y se van a clasificar sí o sí. Entre ellos dos estarán el primero y el segundo. Paraguay podrá ser tercero. Y entre Chile y Uruguay lucharán por el cuarto lugar, pienso.
–¿Sería un fracaso no ir al Mundial de Sudáfrica 2010?
–¡No! ¡Estamos acostumbrados! Parece mentira, pero estamos acostumbrados a sufrir. Tendríamos que estar tranquilos y un poquito más arriba en la tabla, tal vez. Pero ya arrancó la cuenta atrás. La gente empieza con esa negatividad que tiene el fútbol uruguayo: nunca se piensa en algo positivo. Yo tengo muchísimas esperanzas. Hay bastante tiempo por delante y pueden pasar muchas cosas.
–¿Cuál es la verdadera ‘garra’ charrúa?
–Creo que existe la garra en el sentido de que siempre nos hemos caracterizado por esa manera de ser. Pero el fútbol va cambiando y los jugadores también. Los uruguayos que están en Europa juegan a otra cosa y, cuando vienen acá, todos pretendemos que muestren la garra charrúa. Pero el fútbol va cambiando y el concepto se va desgastando. Garra no significa dar una patada en los dientes. Hay que ver si se clasifica y se hace bien. A partir de ahí, podemos decir que, aunque la garra no estuvo presente, el fútbol uruguayo volvió a sorprender. Eso sería lo más bonito de todo.

Vaca Azul Olimar es el gran sueño de Darío Silva por estos días. Desde ahí intentará desarrollar su pasión y demostrarse que puede tener tanto suceso como empresario-dirigente como el que tuvo como jugador. Junto con sus amigos Elvio Pappa y Alberto Bica, pretende darle un impulso importante al club. La idea es ambiciosa. El trabajo está pautado a largo plazo y tiene como premisa fundamental exportar jugadores. El nombre del club es por la fusión entre otros dos, el Olimar F.C. y el Club Atlético Vaca Azul. Este último es conocido por diversas anécdotas e historias que fueron motivo de cuentos y otras publicaciones literarias.

–¿Tenés pensado ser dirigente?
–Tengo ganas. Pero primero quiero demostrar que puedo alcanzar los objetivos que me propuse con el equipo de mi pueblo. Vaca Azul Olimar es un club muy antiguo. Un año estaba, otro se desafiliaba y así sucesivamente... Lo agarramos con algunos amigos para hacer cosas importantes. Quiero fabricar jugadores para mandarlos directamente a Europa o a países como México, por ejemplo. Mi función será la de director deportivo. Al ser empresario, no puedo ser dirigente. Ya hay equipos importantes que quieren que haga jugadores y se los mande. Estoy metido de lleno en este proyecto que comenzamos este año.
–¿Cómo te ves en el futuro? ¿Como entrenador, como dirigente?
–Me gustaría ser director deportivo para hacer las cosas que se hacen en Europa y en Uruguay se dejan de lado. Es decir, encargarme de contratar a los jugadores y entrenadores. Lo que sucede mucho en Uruguay, por ejemplo, es que hay 800 contratistas y todos te piden una mano. El director deportivo debería elegir a los jugadores y al técnico. Eso es fundamental. En Europa se hace. Acá hay dirigentes y empresarios, y está la amistad entre ellos. Y al final no llevan a los jugadores que tienen que llevar. Los equipos de Peñarol y Nacional son ‘inmirables’. Yo te doy cien mil dólares, traeme lo que hay por ese dinero. Entonces intentás hacer lo que podés con lo que te dan. Pero si te dan diez millones de dólares, te guardás nueve y comprás cinco jugadores por un millón de dólares, no tiene sentido.
–¿Viste muchas veces esos manejos en tu carrera?
–Muchísimo, sobre todo mientras estuve en Inglaterra. Pero muchas de esas cosas no salen a la luz.

Su último club fue inglés: el Portsmouth. Su próxima meta deportiva también: los Juegos Olímpicos Londres 2012. Imposibilitado de jugar al fútbol, retomó una de las pasiones de su juventud: el remo. “Estoy entrenando en el Club Nacional de Regatas, en aguas del arroyo Pando, cerca del aeropuerto de Montevideo. Y aun cuando estoy de viaje sigo yendo al gimnasio, para complementar el trabajo”, relata Silva, demarcando bien que no se trata de un entusiasmo fugaz. “A los 18 años, cuando íbamos a pescar, yo siempre era el encargado de remar, y además lo hacía porque me fortalecía mucho los músculos”, argumenta.
En los Juegos de Los Angeles 1932, Uruguay obtuvo una medalla de bronce en remo, después de haber conseguido dos de oro en fútbol en París 1924 y Amsterdam 1928. Y la tradición uruguaya en este deporte continuó: de las diez medallas que ganó en toda su historia, cuatro fueron gracias al remo. La última presea del remo data de Helsinki 1952, así que Silva se entusiasma con poder reconquistarla después de 60 años: “Mi objetivo es llegar a Londres 2012 en mi especialidad, el single sculls”, detalla con una seriedad extraña en él. De todos modos, su estilo alegre y bromista promete volver a surgir en las regatas: “Hay mucha gente que me transmite su apoyo, incluso los argentinos, que son los tradicionales rivales nuestros del fútbol. Yo seguiré con mi estilo aguerrido: si uno me está por pasar, le pego con la paleta del remo, jajaja... ¡Voy a fundar la garra en el remo uruguayo!”, exclama antes de estallar en una nueva carcajada.
Pese a los golpes del destino, Darío Silva contagia su alegría de vivir.


>>Expediente
>Nombre
Darío Debray Silva Pereira
>Fecha y lugar de nacimiento
2 de noviembre de 1972, en Treinta y Tres, Uruguay.
>Trayectoria
Defensor Sporting (1991), Peñarol (1992-1995), Cagliari (Italia, 1995-1998), Espanyol (España, 1998-1999), Málaga (España, 1999-2003), Sevilla (España, 2003-2005) y Portsmouth (Inglaterra, 2005-2006). Jugó 42 partidos en la Selección de Uruguay.
>Títulos
• 3 Ligas Uruguayas • 1 Copa de Uruguay
• 1 Copa Intertoto

14 GOLES
Son los que marcó Darío Silva en 42 partidos que disputó con la Selección de Uruguay.

2012
Su entusiasmo por el remo no tiene límites: ese año quiere llegar a los Juegos Olímpicos.

martes, 10 de febrero de 2009

MAURICO CARANTA: "LA CHANCE DE LA SELECCIÓN LA VEO LEJANA"

ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA FOX SPORTS EN ABRIL DE 2008

SU CARRERA DEPORTIVA FUE DE MENOR A MAYOR Y ESTA ATRAVESANDO UN GRAN MOMENTO. NO SE SIENTE CERCA, PERO SUEÑA CON JUGAR CON LA CELESTE Y BLANCA. Y RECONOCE QUE EL FÚTBOL LE QUITO TIEMPO CON SU FAMILIA.

En julio de 2005, Mauricio Caranta atajaba en Instituto de Córdoba y tuvo la posibilidad de fichar para Boca Juniors. Pero en aquel momento apareció el Santos Laguna de México y lo contrató después de adquirir su pase en 750 mil dólares. Seis meses después de irse, Racing Club lo quiso repatriar, aunque la operación finalmente se cayó. Boca lo volvió a buscar y, más allá de que nunca estuvo en sus planes instalarse en Buenos Aires, su llegada se dio en diciembre de 2006, a los 28 años, después de dos en tierras aztecas. El puesto lo ocupaba Aldo Bobadilla, pero el cordobés había llegado a pedido de Miguel Angel Russo. El paraguayo no lo convenció y entonces Caranta se quedó con el puesto.
Dentro de la cancha habla, gesticula y da indicaciones. Cuando el balón circula por el piso entre los defensores, Caranta se convierte en un jugador de campo más. Sus compañeros le dan la pelota con confianza porque saben que sabe qué hacer con ella en los pies. Y ese crédito es un logro para destacar en un arquero, algo que le da valor agregado a sus atajadas. De la precisión de su pegada puede surgir un contraataque efectivo. Hombre de pocas palabras mediáticas y con un perfil muy bajo, al arquero de Boca lo incomodan las fotos, aunque finalmente accederá a posar para FOX SPORTS y se brindará sin inconvenientes para la charla. Seguramente, algo tuvo que ver el hecho de que el encuentro fuera dentro de una cancha, su ámbito. En este caso, en el campo de juego principal de Casa Amarilla.

–¿Siempre jugaste de arquero?
–Sí. Fui creciendo en este puesto sin darme cuenta y por gusto, hasta que un día se convirtió en mi profesión.
–¿A quién admirabas cuando comenzaste?
–Había muchos arqueros muy buenos: Luis Islas, Oscar Passet, Carlos Navarro Montoya, Faryd Mondragón… Arqueros que marcaron un momento importante en la historia del fútbol argentino. Yo crecí mirando a esos arqueros.
–¿Creés que ya no se los subestima más y qué dejó de ser el lugar de de los tontos?
–El puesto fue evolucionando a medida que cambiaron las reglas, al acortarse el tiempo que se puede tener la pelota en las manos. O el no poder agarrarla, salvo que te la devuelvan con la cabeza o con el pecho. Se fue perfeccionando el juego y el arquero fue mejorando en el manejo con los pies y en la cuestión de afinar la visión, porque tenés seis segundos para sacar. Fueron reglas gracias a las que, sumadas a que la técnica se fue depurando, el puesto de arquero creció.
–¿Y en qué momento creés que se dio ese cambio?
–A partir de que se fueron modificando las reglas. La de los seis segundos, la de estar obligado a jugar con los pies si te la pasa un defensor... Creo que éstas fueron las claves para cambiar el juego e hicieron que el arquero evolucionara.
–¿Quiénes te gustan de los que están en actividad?
–Hay varios importantes. Creo que los más destacados son los brasileños que juegan en Italia. Están haciendo historia. También hay muchos argentinos que están marcando el camino en España y tienen un presente muy bueno. Creo que el arquero argentino más regular es el Pato (Roberto) Abbondanzieri. Por eso está donde está y ocupa el lugar que ocupa en la Selección. Lo tiene muy merecido. Después hay una camada de arqueros que seguro van a marcar una historia en el fútbol argentino: Juan Pablo Carrizo, Oscar Ustari, Mariano Andujar y Germán Montoya, entre otros. Hay muchos que tienen una regularidad y una escuela de entrenadores de arqueros con la que van a marcar una diferencia en el tiempo.

EL PRESENTE Y EL FUTURO

Más allá de que por estos tiempos es el dueño indiscutido de un arco excesivamente exigente (a veces demasiado), Mauricio Caranta no se siente el amo y señor de los tres palos xeneizes. Incluso recibió elogios de Diego Armando Maradona, quién lo ubicó en el podio mundial con Guillermo ‘Memo’ Ochoa (América de México) y Pierluigi Buffón (Juventus), y recibió elogios de su compañero Juan Román Riquelme y de Amadeo Carrizo, un revolucionario del puesto y gloria de River Plate, nada menos. Caranta goza del reconocimiento pero nunca pierde la calma. Es consciente de que en Boca hay que lograr objetivos en el corto plazo. Por eso muchas veces llega a los partidos con lo justo en el aspecto físico. Siempre quiere estar en el arco, aun corriendo el riesgo de agravar alguna lesión.
"Una de las cosas que más me sorprendió en Boca es que todos quieren ganar a todo. Desde un partido o una copa, hasta en el fútbol tenis", dice Caranta, con la misma sinceridad con la que reconoce, sin vergüenza, que aprende todos los días al lado de los otros guardametas del club, dado que nunca tuvo un entrenador de arqueros en su camino por las divisiones inferiores.

–Tu carrera fue de menor a mayor: Instituto, el fútbol mexicano y ahora Boca. ¿Cuál es el próximo objetivo?
–Ninguno en especial. Uno sueña cuando empieza a crecer y a jugar al fútbol por gusto. Un sueño mío era pertenecer a un club como Boca, que es el más grande de Argentina. Tengo el sueño de que me convoquen en algún momento a la Selección, o de partir a Europa. Son sueños que, por el momento que estoy pasando y por el club en el que juego, son posibles. Pero no me desesperan, porque aunque sé que estoy en una edad en la que no soy muy joven, tampoco estoy a punto del retiro. De todas maneras, siendo realista, hay excelentes arqueros y la chance de la Selección la veo lejana.
–¿Y cuáles son los objetivos que se propusieron para este primer semestre en Boca?
–Por la exigencia de la gente y por lo que nos hemos planteado, creo que los torneos que estamos jugando son muy importantes: el Clausura y la Libertadores. El jugador le da la misma importancia. Tal vez la gente piensa mucho más en la Libertadores, pero los dos son importantes y el objetivo es pelear ambos.
–¿Sos de mirar fútbol o preferís distraerte en tu tiempo libre?
–Trato de desenchufarme y de ver poco fútbol. Salvo lo necesario, como puede ser algún rival. Me gusta la táctica, pero no soy de mirar mucho fútbol.


HOMBRE DE FAMILIA
La de futbolista profesional es una carrera corta y fulminante. Da mucho, pero también demanda en proporción, si se pretende estar en el primer nivel. Caranta lo comprende. Sin embargo, no pierde de vista sus valores esenciales, esos que pesan en cada una de las decisiones personales. En su caso, las de su familia. Es que más allá del dinero y la elevada calidad de vida que se puede lograr en la alta competencia, también se paga un tributo. Uno es el de la imposibilidad de pasar más tiempo con los seres queridos y no poder estar más presente en esos momentos simples, únicos e irrecuperables. Caranta está casado con Inés Lorena y tienen tres hijas: Sol (de 10 años), Giuliana (5) y Antonella (8 meses). Ellas cuatro son lo más importante para él. Por eso, ante de cada decisión, siempre piensa primero en la familia y sus tiempos, tan distintos a los del fútbol.

–¿Le pusiste fecha de vencimiento a tu carrera profesional?
–Siempre lo dije: a los 33 ó 34 años podría ser ese momento, por cómo se fue dando mi vida. A esa edad, seguro me gustaría radicarme en la ciudad donde me gustaría vivir el resto de mi vida: Córdoba. Eso me lo va a ir dando el tiempo. A lo mejor más adelante cambie de idea y siga jugando hasta los 37. Pero no a un alto nivel, porque estar en Boca o en equipos grandes lleva mucho tiempo y tiene sus exigencias. Te perdés momentos con tu familia que no se pueden recuperar. Es cierto que el fútbol me ha dado muchas cosas que le he podido dar a mis hijas, y no me quejo para nada de eso. Pero creo que el éxito del crecimiento familiar está en la presencia.
–¿Le quitaste presencia a tus hijas por el fútbol?
–La verdad es que sí. Entonces podría atajar hasta esa edad y luego ir a jugar a algún lugar que me permita estar más tiempo con ellas para tener la posibilidad de ir a un acto del colegio, pasar los cumpleaños juntos y esas cosas. No es que no quiera tener exigencias, pero sí quiero tratar de estar más relajado y con más tiempo para poder disfrutar de mi familia.
–¿Te gustaría ser entrenador cuando te retires?
–No sé, no sé. Hoy por hoy, digo que no. Estoy abocado al fútbol exclusivamente. Después, veré...


Mauricio Ariel Caranta nació el 31 de julio de 1978 en Bell Ville, Córdoba. Tiene 29 años y mide 1,84 metros.

2010
El arquero tiene contrato con Boca hasta el 31 de diciembre de ese año.

Debutó en Instituto de Córdoba en 1999 y se quedó hasta 2005, cuando partió hacia el Santos Laguna de México.

Su debut en Boca fue el 10 de febrero de 2007, en la primera fecha del Clausura. Los Xeneizes vencieron a Banfield 4 a 0.

Boca le compró su pase al Santos Laguna mexicano en 900 mil dólares, en diciembre del año pasado.

1
El único título de Caranta con la camiseta de Boca es la Copa Libertadores de 2007.

3
Son los que trabajan en Boca junto a Caranta: Pablo Migliore, Josué Ayala y Javier García.

66 Cordobeses
SON LOS QUE JUGARON EN BOCA EN LA ERA PROFESIONAL. MAURICIO CARANTA FUE EL ÚLTIMO EN ARRIBAR AL CLUB DE LA RIBERA.


>UN ARQUERO ATREVIDO Por Hugo Orlando Gatti
Como estoy en España desde hace un tiempo, a Mauricio Caranta lo he visto poco, pero sé que está atajando bastante bien, más teniendo en cuenta que tuvo que reemplazar a Oscar Córdoba y a Roberto Abbondanzieri. Y lo hizo con la constancia y la personalidad que se necesitan para el arco de Boca, algo que no es fácil. Es un arquero que no siente estar debajo de los palos, que muestra intenciones de querer salir y jugar con los pies, que es lo que a mí más me gusta: los arqueros que primero tratan de jugar y después de atajar. Eso es muy valioso porque, más allá de las reglas, a los arqueros se los ve cada vez más abajo de los palos. Y Caranta, en cambio, es bastante atrevido.

miércoles, 4 de febrero de 2009

CRISTIAN CHÁVEZ: "ROMAN Y MARTIN TOMAN MATE CONMIGO"

ENTREVISTA PUBLICADA EN LA REVISTA FOX SPORTS EN MAYO DE 2008

EL JUVENIL VOLANTE DE BOCA EMPEZÓ JUGANDO EN LA ‘D’ Y, POCO A POCO, VA GANANDO TERRENO EN PRIMERA. MIENTRAS, COMPARTE VIVENCIAS CON RIQUELME Y PALERMO, HASTA HACE POCO IDOLOS INALCANZABLES.

Nació el día en que la Selección Argentina le ganó a Uruguay 1 a 0 en México ‘86 y se metió en los cuartos de final de una Copa del Mundo inolvidable. Cristian Chávez salía del vientre de su madre casi al mismo tiempo que Pedro Pasculli convertía el gol del triunfo. De familia futbolera y xeneize, ‘Pochi’ (como le dicen) llegó a Boca Juniors con muchas ilusiones y, después, grandes sacrificios. “Mi papá trabaja de soldador y mi mamá es ama de casa. Yo estoy en Boca por ellos. Cuando estaba en Atlas y pasamos malos momentos, ellos hicieron mucho para que tanto yo como mis hermanas pudiéramos comer. Todo lo que estoy haciendo es para mi familia. Me mato entrenando y hago todo para ellos. Se sacrificaron mucho por mí y no les quiero fallar”, cuenta con la cara iluminada. Una luz que aparece cuando habla de los suyos, de su barrio y de Boca: “Mi viejo es re fanático de Boca. Cuando yo jugaba en la Reserva, le daba la platea y él venía a ver a la Primera. Llegaba un rato antes, y si perdía la Primera... todo mal. Ahora no sé qué hace. ¡Capaz que me putea a mí, ja! No me dice nada porque no hablamos mucho cuando juego yo. El tampoco puede creer que yo esté acá”.
Hace rato que Cristian vive solo. Primero fue en la pensión del club y ahora en un departamento en el barrio porteño de Palermo, por donde cada día lo pasa a buscar Martín Palermo (valga la redundancia) para llevarlo al entrenamiento y luego traerlo de regreso. “Martín es como mi padre, ya. Me lleva a todos lados. Es un fenómeno, se porta muy bien. A veces, cuando vengo de la casa de mis viejos, también me traen Román o Lucas Castromán. Porque si tengo que viajar en colectivo son como dos horas”, cuenta Chávez.
Rosa y Manuel, sus padres, siguen su vida junto a sus otras hijas, Lorena, de 25 años, y Macarena, de 8, en el barrio San Atilio (partido de José C. Paz, a 35 kilómetros de la Capital). Un distrito habitado por poco más de 250 mil personas, dónde el setenta por ciento de las calles es de tierra, y el agua potable y el gas son un privilegio de pocos. De las cloacas, mejor no hablar. Y como no está dividido en localidades, José C. Paz tiene 75 barrios. Muchos de ellos, por diversos motivos, no coinciden con la denominación que le da la gente. Si la verdadera patria de un hombre es su infancia, Chávez la tuvo complicada. “Cuando voy al barrio, mis amigos me hacen preguntas y no lo pueden creer, como yo. Pero sigo siendo el mismo de antes, los invito a tomar mate a casa, como fue siempre. A veces, si tengo que tomarme el 501 y el tren, lo hago, no tengo ningún problema…”.
–Es extraño que un jugador de Boca viaje en colectivo…
–Sí, ja. Todos me preguntan por qué no me compro el coche. La gente que me reconoce en el colectivo me lo dice. Yo les explico que primero me voy a comprar una casa y que no necesito auto porque me pasan a buscar. Lo compraré cuando lo necesite. La prioridad para mí es que mi familia esté bien. Por eso, primero lo de la casa. Lo demás vendrá más adelante.

–¿Quiénes te orientan y te aconsejan, además de tu familia?
–Gracias a Dios, hay mucha gente. Mi representante Gustavo Goñi me habla mucho y me lleva por el buen camino. También Martín (Palermo) que me da muchos consejos sobre lo que tengo que hacer. Le hago caso porque él ya lo vivió y por algo está dónde está.


CONSTRUYÉNDOSE A SI MISMO
Sus primeros pelotazos los dio en el club Primavera del Plata de José C. Paz y a los 12 años lo llevaron a Atlas, el del reality de FOX SPORTS. Por entonces, el equipo de General Rodríguez atravesaba sus peores momentos. “No teníamos nada. ¡Teníamos apenas dos pelotas y si se pinchaba una no sabíamos qué hacer!”, recuerda Pochi, quien con 15 años conoció el rigor con el que se juega en la Primera ‘D’, la última categoría del fútbol argentino. “En la ‘D’ se pegaban muchas patadas, las canchas eran feas y sin pasto. En esa época venía a La Bombonera y me preguntaba si podía jugar con esos monstruos”, recuerda. En Atlas le habían prometido llevarlo a probar a Boca, pero pasó el tiempo y él mismo tomó la decisión de ir con su mamá. Jorge Griffa y José Malleo lo vieron jugar unos quince minutos y les alcanzó para saber que lo tenían que fichar. Fue a fines de 2003; en la prueba, había más de 200 chicos.

JUGADOR DE EXPORTACIÓN
Cristian Chávez es un volante explosivo y muy fuerte físicamente. Usa bien el cuerpo, es inteligente para crear espacios cuando no los hay y puede moverse cómodamente en distintos lugares del campo de juego, condiciones que lo hacen un jugador atractivo para el fútbol europeo. El tiempo y su nivel dirán cuánto más lo podrán disfrutar los hinchas de Boca. Cuando el profesionalismo era apenas un sueño lejano, Cristian iba fin de semana por medio a la popular de La Bombonera con su padre y su tío Miguel.
–¿Con qué futbolista que admirabas finalmente jugaste?
–Con Riquelme. Como vivía cerca de mi casa, veía jugar a su hermano. A él nunca lo había podido ver. Pero mi ídolo siempre fue Carlitos Tevez, y lo pude conocer. Cuando subí a la Cuarta jugué un partido en La Bombonera contra él. ¡Y lo dejaba pasar, ja! ¡Ni lo tocaba!
–¿Pudiste hablar con él?
–No. Lo miraba cómo jugaba y nunca le pude hablar porque yo estaba muy lejos, en la Cuarta. En esa época, para los pibes era muy difícil tener diálogo con los más grandes. No como ahora, que la Reserva está ahí y hacés fútbol continuamente con la Primera, los tenés al lado y hay más trato, como con los técnicos.
–¿Qué otro compañero de inferiores creés que tiene condiciones para jugar en Primera?
–Nicolás Gaitán juega muy bien, estoy seguro de que va a llegar. También Ricardo Noir o Luis Ibáñez, que está con la Primera. Si se sacrifican, todos tendrán chances.

–¿Con qué soñás para el futuro?
–Quiero tener continuidad en la Primera de Boca y que mi familia esté bien. Y después, si tengo la suerte, quisiera jugar en el exterior. Si me va bien en Boca me gustaría llegar a la Liga Española y poder llevar a mis familiares conmigo.
–¿La Selección está entre tus sueños?

–Es para más adelante... Me gustaría. Fui de sparring tres semanas con el ‘Coco’ Basile cuando citó a los jugadores de acá. Me puse una camiseta y tenía un orgullo enorme, entrenaba con unas ganas bárbaras en Ezeiza. Fue un sueño para mí. Tuve unas palabras con Basile y le dije ‘gracias’. No lo podía creer. Hacer fútbol con Verón, ir en el micro de la Selección. A veces no caigo, igual que ahora. Estoy tomando mate con Martín y Román y no caigo.

–¿Y qué te dicen ellos?

–Con Román nos llevamos muy bien y le cuento mis cosas. El me llevaba a su casa y comíamos asado con los pibes. Cuando me acercaba a mi casa yo le decía que me deje en la ruta, para que no entre al barrio, y él no quería: me dejaba en la puerta y se iba. Yo no lo podía creer. Román no podía bajar porque enseguida se venía todo el barrio.

–¿Qué entrenadores te enseñaron y ayudaron?

–De Primera, no muchos. Con Basile era muy distinto: no tenía mucho trato y era muy difícil subir. El único técnico que me habla y me da consejos y con el que estoy teniendo continuidad es Carlos Ischia, el que más quiero. También Abel Alves y Carlos Borzi, el técnico y el preparador físico de la Reserva. Ellos hicieron todo para que yo esté en Primera. Siempre me hablaron y me aconsejaron bien.
–¿Y qué sacrificio hiciste vos?

–Estar lejos de la familia. Siempre los extraño mucho.


>>
EXPEDIENTE
Nombre completo
Cristian Manuel Chávez
Fecha y lugar de nacimiento
16 de junio de 1986, en Pilar, provincia de Buenos Aires.
Trayectoria
Comenzó en el club Primavera del Plata de José C. Paz. A los 12 llegó a Atlas y a los 15 debutó en Primera ‘D’. Un año después fue fichado por Boca. Su debut en Primera fue el 10 de junio de 2007, frente a Belgrano. Ganó el Xeneize 1 a 0.


CAMISETA 7
Cuando el "melli" guillermo se fue a la MLS, Pablo Mouche heredó su numero, pero en la copa la 7 fue para chavez, que no jugo.