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martes, 16 de diciembre de 2008
ROMPEN LA PELOTA
DESDE LA NOVENA HASTA LA CUARTA, 180 CHICOS EMPUJAN EL SUEÑO DE LLEGAR A SER “JUGADOR DE BOCA”. CÓMO MANEJA EL CLUB ESTA INVERSIÓN A FUTURO QUE CADA VEZ LE OTORGA MÁS DIVIDENDOS.
En la Argentina, el desarrollo del fútbol profesional y el del amateur tienen cada vez más similitudes. El profesionalismo exige resultados inmediatos y dividendos económicos. Y el amateurismo también. Incluso, éste es igual de demandante, ya que de sus fuentes surgen los recursos que cubren las deudas, equilibran los balances y nutren los planteles profesionales.
De acuerdo al informe ‘Latin America Money League’ realizado el año pasado por la consultora Deloitte, la principal fuente de ingresos de los clubes argentinos es la transferencia de jugadores y representa el 34 por ciento, siendo España y México los principales mercados (el segundo rubro de ganancias es la televisación, que significa el 19 por ciento).
Es por eso que las instituciones más grandes del país vienen desarrollando desde hace más de una década un esfuerzo importante por captar talentos que cada vez son más jóvenes para que, en muchos casos, ni siquiera lleguen a debutar en la institución. Y Boca, específicamente, más allá de la explosión de gran cantidad de juveniles en los últimos tiempos, hace ya casi una década que viene teniendo resultados tangibles en su fútbol juvenil.
Un poco de historia
En Boca, la revolución de las inferiores llegó en 1996 con el arribo a la presidencia de Mauricio Macri, quien contrató a Jorge Bernardo Griffa como Director General del Departamento del Fútbol Amateur. Por aquel entonces no había aciertos ni en el fútbol amateur ni en el profesional. Carlos Bilardo era el entrenador de la Primera y el club invertía cerca de 40 millones de pesos (dólares) en jugadores que en muchos casos decepcionaron. En esa época llegaron Roberto Abbondanzieri, Sandro Guzmán, Cristian Dollberg, Fernando Cáceres, Néstor Lorenzo, Facundo Sava, Roberto Pompei, Sebastián Rambert, Silvio Carrario, Néstor Cedrés, Julio César Toresani, Diego Cagna, Mauricio Pineda, Hugo Guerra, Diego Latorre y algunos juveniles de Argentinos Juniors como Emanuel Ruiz, César La Paglia y Juan Román Riquelme.
Con el tiempo, los jugadores de inferiores fueron apareciendo y aunque todavía no se llegó al pretendido y pregonado “nueve de once”, es real que los jóvenes surgidos en la cantera xeneize tienen una consideración mejor que en años anteriores. “Siempre se nos criticó porque los juveniles no tenían lugar y hoy, después de muchos años de trabajo, estamos logrando que lo tengan. Esta situación, además, potencia los sueños de los otros chicos”, explica Fabián Beraldi, vicepresidente del fútbol amateur de Boca Juniors.
Durante la etapa de Griffa, que se extendió hasta 2004, se formaron y aparecieron jugadores como Nicolás Burdisso, Fabricio Coloccini, Pablo Ledesma, Juan Forlín, Sebastián Battaglia, José María Calvo, Alfredo Moreno, Christian Giménez, Jonathan Fabbro, Fernando Gago, Neri Cardozo, Ever Banega, Matías Cahais y Carlos Tevez.
Luego vendrían las breves etapas de Fabián Carrizo, del profesor Alfredo Altieri y de Horacio Bongiovanni. Hoy la coordinación del fútbol juvenil la llevan adelante Andrés Lillini, en la parte futbolística, y Julio Santella, en lo que concierne a la preparación física.
Lillini tiene 34 años y llegó al club en febrero de 2007, después de trabajar seis años en las inferiores (o “fuerzas básicas”, como le llaman en México) del Morelia. Su etapa como jugador terminó a los 24 años por una pubialgia. Desde entonces comenzó su carrera como entrenador especializado en juveniles, profesión que perfeccionó con cursos en Holanda y Cuba. Del profesor Santella no hay nada nuevo para decir: es un reconocido preparador físico que fue integrante del cuerpo técnico de Carlos Bianchi.
La formación
“El jugador no llega formado a Primera División en nuestro país. Yo entiendo que recién está maduro entre los 21 y los 23 años. Y acá, a esa edad, un jugador ya tiene varios partidos en el lomo”, explica Lillini. Es decir: los juveniles se terminan de formar en la Primera, acelerándose los procesos formativos de acuerdo a las necesidades de cada club.
En los últimos años se ha dado un fenómeno muy particular: desde las inferiores de Boca han surgido futbolistas que no sólo se destacan en la Primera del club, sino que los que no llegan explotan en otros equipos.
En nueve meses, Carlos Ischia ya hizo debutar a doce juveniles. Además, hay otros tres que se fueron. Sebastián Nayar lo hizo por las suyas al Recreativo de Huelva (España) y ahora debe volver de acuerdo a una decisión de la FIFA. Además, en junio se vendió al lateral izquierdo Luis Ibáñez al Dinamo Zagreb, de Croacia, en un millón de dólares, cuando apenas había jugado dos partidos en la Primera xeneize. Pero la aparición más destacada del último tiempo fue la de Fabián Monzón, el defensor de 21 años, que con apenas 20 partidos en el primer equipo fue transferido al Betis de España en 9 millones de euros, una cifra que deja atrás a los 10 millones de dólares que pagó Barcelona por Diego Maradona, en 1982. Claro, son otros tiempos...
En la actualidad, Boca tiene 30 jugadores por plantel en cada una de sus divisiones inferiores. “Están los destacados y están los futbolistas por desarrollarse. Como formador uno piensa que el jugador destacado tiene una proyección para llegar a Primera. Después, la demanda de la Primera División y la apuesta que haga el entrenador va a llevar al jugador a debutar”, profundiza Lillini. El resto, los que no llegan al primer equipo, han tenido un proceso formativo de seis o siete años en Boca Juniors que les abre las puertas para jugar en cualquier otro lado y les permite destacarse.
“Estar en Boca es estudiar en Harvard, estás en la mejor universidad del mundo. Después seguro tenés trabajo, depende de vos”, enfatiza el coordinador boquense. Es evidente que en los últimos tiempos los jugadores de Boca también son vistos con muy buenos ojos en el mundo futbolístico y por eso vienen a buscarlos desde diferentes lugares del planeta.
En Argentina existe el mito sobre quiénes descubren a los jugadores. Pero Boca tiene una estructura montada para captar a los buenos valores y formarlos. Darles un valor agregado sin el cual no podrían llegar a ser profesionales.
En el fútbol juvenil del club trabajan 45 personas entre técnicos, preparadores físicos, doctores, psicólogos y trabajadores sociales. Toda esta gente tiene incidencia directa en la formación del jugador, dado que mantienen un constante trato diario.
El gran momento actual
En los últimos dos años, todos los entrenadores que pasaron por Boca utilizaron jugadores de las inferiores. Ricardo La Volpe tuvo en cuenta a Nicolás Bertolo, Andrés Franzoia y Matías Silvestre, tres nombres que hoy ya no están. Bertolo juega en Banfield, Franzoia en Rosario Central y Silvestre en el Catania de Italia. Después, Miguel Ángel Russo consolidó a Ever Banega. Pero es Ischia el que está desarrollando una etapa con varios juveniles, algo que para muchos es un riesgo. Por eso, por un lado hay un gran mérito del entrenador y por el otro una gran apuesta de los dirigentes. “Es cierto que con Carlos Ischia se buscó el perfil de un técnico que pueda darles más lugar a los chicos. Esperemos que le vaya muy bien porque es gracias a su trabajo que han debutado tantos jugadores. Le ha hecho muy bien al club y ojalá logre los resultados esperados”, resume Beraldi sobre el ex ayudante de campo de Carlos Bianchi.
La pensión de Boca en Casa Amarilla alberga en este momento a 85 chicos que juegan en diferentes divisiones entre la Novena y la Cuarta. Allí hay dos personas encargadas de la parte administrativa, dos celadores, cinco cocineros, dos nutricionistas encargadas de hacer el menú, una profesora de apoyo por cada una de las materias que cursan los chicos, para que los ayude en las dificultades de aprender, y dos trabajadoras sociales que se encargan de seguir a aquellos adolescentes que vienen del interior. Toda una plataforma que no sale a luz pero que es fundamental en el proceso formativo de los futuros valores. “La inversión aproximada del club en el fútbol amateur es de cuatro millones de dólares anuales”, aporta Beraldi. Anualmente, los captadores de Boca observan cerca de 30 mil jugadores de cada rincón del país, de los cuales se preseleccionan 4 mil que son probados a fin de año, cuando se eligen los ‘refuerzos’ de las inferiores. Este proceso es parte del plan de captación desarrollado por el club.
Por el momento, las inferiores de Boca alternan sus prácticas entre Casa Amarilla y el predio de Vialidad Nacional, en Ezeiza. Pero en breve, según Beraldi, habrá novedades con respecto a esta cuestión. “La decisión de tener un predio propio está tomada”, afirma el dirigente.
La experiencia de Viatri
El delantero Lucas Viatri es una de las últimas revelaciones juveniles de Boca, más alla de que el año pasado sumó experiencia en Emelec de Ecuador y en Maracaibo de Venezuela. Viatri llegó al club a los 9 años y hoy, a los 21, reconoce que no sólo jugar en la Primera del equipo de la Ribera es distinto, sino también hacer las inferiores: “Boca me dio la formación que tengo como jugador. Yo no tuve muchas necesidades porque siempre estuve con mi familia, pero a los chicos que vienen desde el interior el club les da todo. Incluso algunos amigos que quedaron libres reconocen lo que les dio el club. Desde muy chico viajo con Boca por todo el mundo y las comodidades que te dan acá no están en todos lados”.
Los custodios de las joyas
Andrés Lillini (foto) es el coordinador de todas las divisiones inferiores del club. A su lado trabaja Julio Santella, como coordinador físico. Ellos son la cabeza de un equipo que tiene la responsabilidad de preparar a seis categorías, las que a la larga abastecerán al primer equipo. Al frente de la Cuarta División está Oscar Regenhardt; Sergio Saturno se encarga de la Quinta y de la Sexta. El técnico de la Séptima es Omar Larrosa, mientras que Roberto Pompei es el responsable de la Octava y Luis Lúquez, el de la Novena. Al equipo lo completan Rubén Sánchez, entrenador de arqueros, y el trío de captadores de talentos: Roberto Mouzo, Ricardo Almada y José Malleo.
El `robo´ de jugadores, por María Emilia Cebeiro Martínez, abogada, socia de la consultora FUTBOLEGAL
"Enormes son las preocupaciones que sufren los clubes cuando, luego de la inversión realizada en la formación de jugadores, se encuentran con que son seducidos por clubes del exterior. Frente a estas situaciones, tanto la FIFA como la AFA prevén normas que intentan no sólo proteger a los menores, sino también compensar a los clubes.
A partir del fichaje, el menor queda afiliado deportivamente al club y –al igual que sucede con los profesionales– se requerirá la autorización de la AFA y la conformidad de ese club para una transferencia. Las normas FIFA prohiben las transferencias de menores de 18, aunque existen excepciones. Por encima de estas disposiciones, existen principios constitucionales que no pueden ser dejados de lado. En situaciones como las mencionadas, a veces los padres invocan la patria potestad con la pretensión de que la justicia les otorgue la libertad de acción de sus hijos. Y, contra eso, la FIFA no tiene solución".
30 Mil
Los jugadores que este año serán vistos por Mouzo, Almada y Malleo, los tres captadores.
Etiquetas:
Revista Fox Sports Fútbol
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