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jueves, 12 de junio de 2008
EL ESCENARIO VACÍO
“GANARLE A DIOS LA ÚLTIMA PARTIDA”. ASÍ DEFINÍA EN UNA DE SUS POESÍAS EL TETRAPLÉJICO RAMÓN SANPEDRO (¿TE ACORDÁS DE LA PELÍCULA MAR ADENTRO?), SUS DESEOS DE MORIR LO MÁS PRONTO POSIBLE. NO QUERÍAMOS SILENCIAR EL TEMA DEL FÚTBOL Y SUS HISTORIAS DE SUICIDIOS, ALGUNAS MAL RELACIONADAS RECIENTEMENTE CUANDO SE CONOCIÓ EL HECHO QUE VINCULÓ A LOS HERMANOS LUX. ESTE ESPACIO NO ES DE CONCLUSIONES, APENAS DE EXPERIENCIAS Y REFLEXIONES.
En el fútbol, como en tantas cosas, la gloria suele ser efímera. Entre los acontecimientos trágicos que muchas veces quedan en el olvido están los suicidios. Ocho jugadores, algunos retirados, se quitaron la vida en la Argentina. Unos cuantos más lo intentaron.
Si bien no hay denominadores comunes, su reconstrucción acerca semejanzas, ya que, en la mayoría de los casos, asomaban indicios de trastornos importantes: tendencia a la depresión, fobias y angustias insinúan que cualquier circunstancia negativa podía desencadenar la fatalidad.
En general, los futbolistas no están preparados para defenderse de algunas adversidades relacionadas con la actividad profesional cómo una lesión importante, un pase frustrado o el retiro. Aunque no hay respuestas concluyentes para prevenir estas situaciones, se menciona la importancia de la contención familiar y la ayuda profesional para reducir riesgos. Se sabe que la mayoría de jóvenes no fueron formados para afrontar la vida lejos de la cancha. Un detalle se cuela en la estadística: cuatro de los futbolistas suicidas eran arqueros.
arqueros.
Osvaldo Rubén Toriani era un arquero regular, de estilo atajador, que se inició en Tigre, en 1958. Luego pasó a Independiente y conquistó dos campeonatos y la Copa Libertadores de 1964. También jugó en Newell´s Old Boys de Rosario, América de Colombia, Miami Toro´s Soccer Club de Estados Unidos y tuvo un fugaz paso por el fútbol canadiense.
Luego de retirarse, Toriani se radicó en Miami, dónde fue funcionario de Aerolíneas Argentinas y posteriormente se dedicó a organizar “tours” de grupos latinoamericanos en Estados Unidos.
Según sus allegados, el ex jugador sufría una crisis depresiva debido al fallecimiento de un pequeño hijo. El niño murió ahogado en la pileta de la casa del propio Toriani. Pedro Iso, ex presidente de Independiente, tuvo una relación muy cercana con Toriani, y cuenta que el arquero nunca pudo superar aquella muerte. “Eso lo sabíamos todos, aunque nada hacía pensar en un final así”.
Luego de la muerte de su hijo, Toriani se separó de su esposa. A partir de aquí su depresión se profundizó y se suicidó el sábado 24 de septiembre de 1988, en su casa, en la zona norte del gran Buenos Aires, inhalando gas tóxico.
Raúl Emilio Bernao, gloria de Independiente y compañero del arquero en las épocas de éxito deportivo, contó que días antes estuvo con él y no encontró nada extraño. “Fue algo inesperado, lo vimos todos muy contento porque se venía a vivir definitivamente a la Argentina”.
Alberto Vivalda fue un arquero rendidor en todos los equipos por los que pasó. Se destacó en Racing y Chacarita, aunque también pasó por River, Platense, Unión de Santa Fe y Ferro. En el exterior, jugó en Millonarios, de Colombia. Su suplente fue el legendario René Higuita. Vivalda, ya retirado, se suicidó el 4 de febrero de 1994 arrojándose a las vías del ferrocarril Mitre, en San Isidro. Sus amigos sospecharon en un principio que era un accidente. La familia siempre evitó el contacto con la prensa, incluso dio a conocer la noticia 14 días después, lo que ensombreció más todavía el hecho.
Cuentan que su vida quedó marcada por la muerte de su padre mientras jugaba en Colombia. Ni siquiera la ayuda terapéutica había mejorado su depresión.
Agustín Mario Cejas, también arquero, y compañero de Vivalda en Racing, dice haber visto muchos casos de suicidio en el interior de Brasil, dónde jugó varios años. “Hay cuestiones de las que nadie habla. Un día, el jugador se aleja del fútbol, se enfrenta al vacío y no sabe que hacer con su vida. Eso es lo que le pasó a Vivalda, me parece”, explica Cejas.
“La carrera de un jugador es corta y cuando se termina es necesario tener una contención para enfrentar ese final y replantearse la vida de otra manera. También le pasa a los chicos que recién empiezan. El apoyo de profesionales es imprescindible”, agrega el ex arquero y secretario técnico de Racing. Vivalda iba a cumplir 38 años, era padre de cuatro hijos y se había separado poco tiempo antes de su mujer Graciela.
En el mediodía del 22 de junio de 1984, el ex capitán de Boca Juniors, Rubén José Suñé, se tiró al vacío desde un séptimo piso. Más allá de que no pudo cumplir su propósito se fracturó ambas piernas, el brazo izquierdo, la mandíbula y tuvo politraumatismos de cráneo. Suñé llegó a ganar con Boca ocho campeonatos, dos Copas Libertadores y una Intercontinental, pero el hecho de abandonar la práctica del fútbol lo hizo caer en un profundo estado depresivo. El Chapa, como le dicen, no sabía que hacer luego de la “perdida” de su profesión de toda la vida. Cómo todo jugador retirado extrañaba el vestuario, los gritos de la hinchada y los momentos de gloria. Se sentía vacío y pensaba que sólo servía para el fútbol.
“Es importante una contención. Me operaron de la rodilla y a los 32 años no pude jugar más. Cuando me quisieron llevar a un psicólogo, no quise porque en esa época se consideraba que eso era para locos. Tal vez, si hubiera aceptado esa ayuda, no hubiera llegado a tomar esa decisión. Si yo hubiera estado sano tal vez hubiera jugado hasta los 40”, reflexiona hoy Suñé.
El dramático final de Luis Ibarra comenzó el domingo 20 de septiembre de 1998. El arquero tucumano estaba concentrado con el plantel de Tigre en el Hotel Los Dos Chinos, de la Capital Federal, a la espera del partido contra Atlanta, ese mismo día, en el que tenía reservado un lugar como suplente.
Pero imprevistamente y de madrugada, a eso de las 2, se retiró del hotel y se fue directamente hacia su departamento, el 4 “B” del edificio ubicado en Libertad 9, en Martínez, dónde residía junto a su familia. Resulta imposible saber lo que pasó por su cabeza durante esos 40 minutos de viaje.
Ibarra vivía con su esposa Yovana Vargas, de nacionalidad boliviana, y sus dos hijas que, por entonces, tenían uno y tres años.
El arquero sostuvo una fuerte discusión con su pareja, tras la cuál decidió llevar a sus dos hijas hasta la portería y dejárselas al encargado. La excusa fue que tenía que acompañar a su esposa a un centro asistencial porque se sentía mal. Eran las 4 de la mañana.
Ibarra regresó a su departamento y con su propio cinturón estranguló a su mujer. El cuerpo de Yovana quedó tendido en la cama matrimonial. Después de asesinarla, el arquero, subió los 10 pisos que tiene el edificio y se arrojó al vacío. Su cabeza se estrelló contra el pavimento y la muerte fue instantánea. En el lugar se encontró una carta con la firma de Lucho, en la que el futbolista pedía perdón. Los móviles del asesinato y posterior suicidio todavía se ignoran.
Quienes compartieron con él algún plantel, dicen que el futbolista sufría grandes bajones cuando no era titular y que tenía tendencia a la depresión. Otros testigos mencionaron que estaba muy mal porque hacía poco su mujer había perdido un embarazo. De hecho el técnico de Tigre en ese momento, Alberto Pascutti, lo autorizó a irse de la concentración por ese motivo. Pascutti, sin embargo, aporta otro dato. “Luis se había enterado por su madre, que su padre no era el biológico, y buscándolo se encontró con que su verdadero papá se había suicidado. Esto fue un mes antes de su muerte, le produjo una profunda angustia”.
Quienes lo conocieron recuerdan al jugador como una persona muy humilde y falta de afecto. “Además de tender a la depresión y de arrastrar problemas desde chico, Luis tomaba y se ponía muy agresivo con la mujer”, completa Pascutti.
Mirko Saric fue encontrado ahorcado el 4 de abril de 2000 por su mamá Ivana en una de las habitaciones de la planta alta de la casa que compartía junto a su familia en el barrio porteño de Flores. Tenía 21 años y un futuro extraordinario por delante. Era un gran jugador, muy querido en San Lorenzo y de una presencia física distinguida que incluso le valió recibir propuestas para modelar. Se suicidó ahorcándose con una sábana azul que ató a una barra de hierro. Minutos antes, su madre lo había despertado para que desayunaran juntos. La negativa de Mirko no le dio ninguna señal de que algo malo pasaba. Pero cuando lo fue a buscar se encontró con su hijo ya muerto. Según sus familiares, Saric estaba bajo tratamiento psicológico porque se sentía deprimido y decía que no quería vivir más. Mirna, su hermana, dijo públicamente en aquel momento que el psiquiatra lo había querido medicar pero que Mirko se negaba por el tema de los controles antidóping.
El volante de San Lorenzo también había dado indicios de que las cosas no andaban bien. “No le encuentro sentido a la vida”, dijo días antes en el club. Quienes lo conocieron dicen que tenía una personalidad frágil y que en sus últimos tiempos le costaba muchísimo sobrellevar cualquier dificultad porque todo lo ponía mal.
Para colmo, venía en una mala racha. Hacía poco más de tres meses que no jugaba porque se había roto los ligamentos cruzados de la rodilla izquierda. Un año antes creyó ser padre de una criatura, fruto de una relación amorosa. Eso le había dicho la madre, pero las muestras de ADN confirmaron que no era suyo. "El pibe tenía dos meses y él se había encariñado mucho. La noticia lo mató", dijeron sus amigos.
Sergio Pedro Schulmeister había dado una señal de alarma. El 24 de septiembre de 2001, intentó quitarse la vida provocándose un corte en la yugular, en medio de una crisis depresiva. La llegada oportuna de su novia impidió la muerte. “Soy de agrandar los problemas y perdí la cabeza. Se hablaba mucho de una transferencia que al final no se dio y, encima, arrastro una lesión hace dos meses", dijo, no bien le dieron el alta médica. Luego de este hecho el arquero realizó un tratamiento psicológico durante algún tiempo, pero finalmente lo abandonó. Y en los meses previos al suicidio, según allegados, no recibía ningún tipo de asistencia.
Para sus compañeros, Schulmeister era una persona tímida e introvertida. Además, también tenía una fuerte tendencia a deprimirse.
El martes 4 de febrero de 2005, el joven arquero faltó sin aviso al entrenamiento en la cancha de Huracán. Era algo raro, ya que nunca había estado ausente en una práctica desde que había llegado al equipo, en julio de 2002. Ese día, los jugadores Darío Gigena y Pablo Monsalvo lo habían pasado a buscar por su departamento de Boedo. Pero nadie contestó los timbrazos.
Al finalizar la práctica, Monsalvo encaró directamente para lo de Schumi, cómo le decían en el plantel. Cuando llegó, se encontró con la dura noticia. A las 20 horas, un móvil de la Comisaría 10a se presentó en el departamento 7º B, de Colombres 893, por un aviso telefónico. Después de insistentes llamados, el personal policial derribó la puerta de entrada. En la cocina del inmueble se encontró el cadáver de Sergio, de 25 años, colgado del cuello con un cinturón de vestir. Trágica casualidad o no, el mismo día en que Vivalda había tomado idéntica decisión.
Para Nelly Giscafré, responsable del Departamento de Psicología Deportiva del Cenard, presidenta y fundadora de la Asociación Metropolitana de Psicología del Deporte y coautora del libro Mi hijo el campeón, “todo deportista de alto rendimiento está sometido a fuertes presiones. En la Argentina, el jugador de fútbol es un fenómeno aparte. Hay una sobreexposición. Cuánto más elevado el nivel de exigencia, el atleta rendirá mejor. Pero si no se equilibran las exigencias, la persona puede sufrir un defasaje en su cabeza y su corazón. Todos tenemos fluctuaciones, etapas de altas y bajas. Si un futbolista con características depresivas se encuentra atravesando una época de vacas flacas y no tiene recursos para sobrellevar esto, puede llegar al suicidio. Encima, en el fútbol el resultado no es lo más importante, es lo único".
“Lo más difícil para el jugador es darse cuenta de que no va a poder volver, de que no le da más el cuero para la cancha. Ahí es donde hay que actuar. El caso de los arqueros es especial. Este es alguien que haciendo un deporte de equipo, está sólo. Tiene una tensión diferente. Cuando un arquero se destaca, es como si fuera un iluminado. Quienes se suicidan tienen características específicas. Son personas muy exigentes consigo mismas, con baja tolerancia a la frustración y que si no rinden de la manera que ellos esperan, comienzan a odiarse a sí mismos. Por eso es importante estar atentos hacia posibles señales de disconformidad”.
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1 comentario:
realmente no conocía acerca de éstas historias, es un ambiente muy especial el del futbol, es una pena que algunos deportistas terminen su vida de esa manera....beso
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